Explorar sin rumbo no solo es permitido, es parte del diseño
En la mayoría de los videojuegos, si te alejas demasiado del camino principal, el juego te empuja sutil o explícitamente de regreso. Baby Steps hace lo contrario: te anima a perderte. Su mundo está diseñado para que cada jugador decida su propia ruta, con caminos claros, zonas escondidas y espacios que no tienen otro propósito más que existir.
Lejos de penalizar la curiosidad, el juego la celebra. Esta filosofía se traduce en un diseño orgánico donde caminar sin rumbo no solo es posible, sino que se convierte en la experiencia central. Aquí, desviarse del objetivo no es una pérdida de tiempo, sino una oportunidad para descubrir nuevos rincones y momentos únicos.
Caer no es retroceder, es encontrar un nuevo camino
En Baby Steps, caminar es complicado. Cada paso mal dado puede acabar con Nate cayendo por un barranco o rodando cuesta abajo. Pero a diferencia de otros juegos, estas caídas no son castigos, sino partes del viaje. El juego está diseñado para que, incluso cuando pierdes progreso, encuentres nuevos caminos y zonas diferentes.
Los desarrolladores han construido el mundo de forma que cualquier caída no te lleve a un punto muerto, sino a un lugar que merezca la pena explorar. Esa filosofía de “fallar sin frustrarse” convierte cada error en una puerta a lo inesperado, reduciendo la sensación de castigo y aumentando la recompensa de la exploración.
El miedo a perderse algo impulsa la curiosidad del jugador
Durante las pruebas del juego, los desarrolladores notaron un fenómeno curioso: los jugadores querían desviarse del camino para investigar algo que les llamaba la atención, pero temían no poder regresar. Ese miedo a perderse algo valioso (FOMO, por sus siglas en inglés) se convirtió en uno de los pilares del diseño de Baby Steps.
La idea fue fomentar esa tensión entre seguir avanzando o arriesgarse a explorar. El juego no castiga esa indecisión, sino que la usa como motor para que el jugador se enfrente a sus decisiones de forma más personal e inmersiva. Cada desvío es una apuesta, y cada descubrimiento, una recompensa emocional.
Del caos de Noita al realismo de My Summer Car
Los desarrolladores de Baby Steps se inspiraron en juegos con mundos abiertos y sistemas impredecibles como My Summer Car, Snowrunner o Noita. En estos juegos, la exploración no sigue un guion estricto, y los jugadores pueden encontrarse con situaciones inesperadas todo el tiempo.
Siguiendo ese ejemplo, Baby Steps ofrece un terreno lleno de zonas diseñadas con precisión, junto a otras caóticas y sin estructura definida. Esto genera una sensación de mundo vivo, en el que cada jugador encontrará algo diferente dependiendo del camino que tome, del ángulo desde el que se acerque o incluso de los errores que cometa.
Explorar, caer, descubrir y volver a intentar: así se avanza en Baby Steps
El equilibrio entre libertad y perdón es lo que hace a Baby Steps tan especial. El juego no te dice a dónde ir, pero te recompensa por ir a donde quieras. No hay rutas correctas ni finales ideales: solo caminos que se abren a medida que tropiezas con ellos (literalmente).
Cada partida es distinta porque cada decisión, cada caída y cada atajo modulan la experiencia. Es un juego donde el viaje no es una serie de checkpoints, sino una acumulación de momentos vividos, muchos de ellos accidentales. Y es ahí, en esa acumulación de pequeños fracasos y descubrimientos, donde Baby Steps encuentra su mayor virtud.