Blue Prince combina exploración, estrategia y narrativa en una experiencia roguelike única.
En Blue Prince encarnas a Simon P. Jones, heredero de una misteriosa mansión cuyo diseño cambia cada día. Lo interesante es que tú decides cómo se estructura el lugar, eligiendo las habitaciones en cada nueva partida mientras buscas llegar al enigmático Room 46. La premisa es sencilla, pero su ejecución es brillante: con cada decisión influencias la exploración, la dificultad de los puzles y la posibilidad de éxito.
Cada "run" comienza en el Entrance Hall, donde debes elegir una de tres puertas. Lo que hay detrás depende de las habitaciones disponibles, que están clasificadas por colores según su tipo. Algunas salas te recuperan pasos, otras ofrecen objetos clave, y otras —como las temidas habitaciones rojas— te complican el camino con efectos negativos. Este diseño dinámico mantiene cada partida fresca y llena de tensión.
Cada habitación esconde un reto mental diferente, y los niveles de dificultad se escalan con tu progreso.
Los puzles de Blue Prince están inteligentemente distribuidos en la mansión. Algunos, como los de la Sala de Billar o el Salón, son desafíos autoconclusivos, mientras que otros se extienden por varias habitaciones y requieren que tomes notas o memorices pistas. Esto no solo exige atención, sino también una planificación estratégica de tu camino para poder resolverlos con los recursos limitados que tienes a diario.
Una de las características más destacadas es que los puzles se vuelven más complejos con cada nueva partida, lo que evita que el juego se vuelva repetitivo. A pesar de que los conceptos de los desafíos no cambian, su dificultad sí lo hace, obligándote a adaptarte constantemente. Esto mantiene el juego fresco incluso tras muchas horas de juego, algo esencial en un roguelike.
Cada habitación que elijas puede llevarte al éxito... o a una rápida derrota.
En Blue Prince, cada paso cuenta. Las habitaciones no solo están allí por estética o narrativa: muchas son trampas disfrazadas. Las salas con puertas bloqueadas, pasajes oscuros o efectos negativos están ahí para ponerte a prueba. Sin embargo, a menudo esconden recompensas valiosas que pueden ser claves para avanzar. ¿Vale la pena el riesgo? Esa es la decisión que constantemente te obliga a tomar el juego.
El sistema de recursos es otro punto clave. Tienes un número limitado de pasos, lo que hace que cada sala que cruces deba ser cuidadosamente calculada. Incluso habitaciones aparentemente inútiles, como un simple armario, pueden contener objetos fundamentales para superar desafíos posteriores. Este equilibrio entre riesgo y recompensa convierte a cada partida en un rompecabezas en sí misma.
Su estética cel-shaded, sus pequeños detalles visuales y su banda sonora envolvente crean una atmósfera inolvidable.
Visualmente, Blue Prince es una obra de arte. Su estilo cel-shaded hace que cada habitación tenga una personalidad propia, y el juego está lleno de pequeños detalles visuales que recompensan la exploración. Por ejemplo, una misma sala puede cambiar su aspecto dependiendo de dónde la coloques dentro de la mansión. Este tipo de elementos no solo son visuales, también tienen un impacto en la jugabilidad.
La música es otro de los grandes aciertos. La banda sonora oscila entre lo relajante y lo inquietante, reforzando el tono misterioso del juego. Si alguna vez disfrutaste títulos como Gone Home o What Remains of Edith Finch, reconocerás inmediatamente esa sensación de inmersión emocional que te empuja a explorar cada rincón sin prisa pero sin pausa.
Más allá del objetivo principal, hay decenas de secretos y tramas que explorar en cada rincón de la mansión.
Llegar al Room 46 es solo el comienzo. Aunque el juego tiene una meta clara, Blue Prince está repleto de historias secundarias, notas ocultas y pistas ambientales que expanden su mundo. Estas historias se pueden ignorar si solo quieres centrarte en el desafío de los puzles, pero aquellos jugadores curiosos serán recompensados con capas narrativas profundas y conmovedoras.
Además, el juego incorpora elementos de progresión permanente. Es decir, aunque pierdas en una run, puedes conseguir mejoras y ventajas que facilitan tus siguientes intentos. Esto le da a Blue Prince un ritmo de aprendizaje constante, donde cada error enseña algo nuevo y cada avance se siente merecido. En pocas palabras, el juego tiene ese factor de “una partida más” que lo vuelve altamente adictivo.
Blue Prince es más que un roguelike: es un rompecabezas narrativo envolvente, una experiencia visual cuidada al detalle y una prueba constante de ingenio y estrategia. Si te gustan los desafíos mentales con un toque de misterio, este juego no puede faltar en tu colección.
Desde 10datos.com, te recomendamos sumergirte en esta mansión enigmática y descubrir por ti mismo por qué tantos jugadores ya lo consideran uno de los mejores juegos del año.